Decidir en qué momento
luchar para cambiar las cosas
y en qué momento aceptar
lo que nos sucede
ahí radica la verdadera sabiduría.
Yo quería luchar, y luché;
a pesar de que todas las señales
indicaron que ya no era el momento,
que ya era tarde.
Perdí. Te perdí.
Pero tú también perdiste,
y perdiste más que yo,
porque te perdiste a ti mismo.
No te pido que me devuelvas
el pedazo mío que se quedó contigo,
porque la parte que conservo de ti
no te la devolveré nunca.
Tal vez fui la persona
que mejor te conoció,
pero eso de nada vale ahora,
porque eres otro.
El actual se rebela
en contra de sí mismo,
o tal vez de sus límites,
arrojó su espada
y perdió la ilusión.
Mas yo sigo adelante,
con otra perspectiva: una más amplia
con más para entregar
y con menos lágrimas cada vez.
Será lo que tenga que ser.
No opongo resistencia,
pero doy lo mejor de mí.
A ti ya te di casi todo,
y justo cuando te iba
a dar lo mejor de mí,
algo que no doy,
no quisiste recibirlo.
Ante eso, nada que hacer:
"Tarde para regresar
no por mucho madrugar
se amanece temprano,
para mí no amanece más"
dijo Javiera y Los Imposibles.
(Lloré al escucharlos
en vivo y en directo el 3 de Febrero)
Mentiría si digo
que no estás en el horizonte,
pero no eres tú,
podría ser otro.
Ahora es diferente,
no caminamos juntos,
ni eres el destino
de mi camino.
Si nuestras vidas
se llegaran a unir de nuevo
no será por mí,
y por ti lo dudo mucho.
En mi corazón
sigue la ilusión
de un verdadero amor
para toda la vida;
en fin, que se haga
Tu Voluntad, Señor.
Amén.