domingo, agosto 31, 2008

Suspiro Asesino

Qué puedo hacer más de lo que ya hice. Considerando la situación, he concluído que me encuentro en total desventaja en esta carrera donde no pretendo competir. Demasiadas son las contrincantes que te envuelven entre olores y sudores. Ya bastante tienes con lidiar con fieras territoriales, que demarcan tu casa cual campo de batalla. Acechan tu presencia, siembran rencores, reparten mierda. Frente a esto no se lucha, si lo que esperas es amor.

Pues sí, estoy en desventaja total. Yo no me llamo como las otras dos. No te he destrozado el corazón ni menos me acostaría con tus amigos. No me seducen tus aires de galán ni me gustas por tu apariencia. No pretendo manipularte ni controlar tus pasos. No irrumpo en tu cama con lujuria ni me llenaría con mil de tus orgasmos.

Las ideas puras con las que concibo el amor no dan cabida a tácticas de guerra ni a esfuerzos belicosos. Es algo tan puro que brota por sí solo, como una flor en la primavera de tu cumpleaños. Es algo innato que surge de la comunión de dos espíritus que se comunican sin palabras. Es sentir y vivir en sintonía, es una escala armónica. Es fuego de la tierra nadando en un océano de viento, que todo lo llena, que te deja contento.

Ya has dicho que no te conviene que lea tu mente. A ratos juego a que la leo y esparzo frases simbólicas para que las entiendas y sepas que son tuyas, que las dedico a ti. Juego a que te das cuenta de todo esto, y que te gusta la idea. Me sobran palabras para cantarte al oído, pero los suspiros asesinos tienen la cualidad de invocar mecanismos mudos y cortar toda inspiración romántica. Tengo tanta dulzura guardada, pero a ti te gusta lo salado.

El amor es un puente que se construye de a dos, para que juntos sean más que eso. La sintonía los engrandece, llegando a ser tres transformados en uno. Yo continúo soñando contigo, con brotes y con puentes. Sé que te quiero bien, pero has dicho que no quieres nada de eso. Si tuviera más tiempo, lo pasaría contigo, pero entre deseos y sueños se me vacía el tiempo en lo individual de mi soledad enamorada de ti.

Que lo carnal es efímero, que lo presente es perfecto, que nunca entendí nada. Sólo comprendo que el alma se me sale por la boca cuando veo los rubores en tu rostro. Esta sensación agridulce de tenerlo todo y no poder entregártelo me salta en el pecho y te canta Te Quiero.

Te quiero cuando analizas lo que pa todos es evidente. Te quiero cuando objetas y criticas al resto de la gente. Te quiero cuando anarquizas, te quiero cuando aprendes. Te quiero al compartir un pan duro o un banquete. Te quiero al tocar trovas, y también te quiero silente. Te quiero bipolar, malas pulgas o intruso. Te quiero cuando roncas, dormido te quiero incluso. Te quiero improvisando melodías y te quiero además al planear tu vida. Te quiero como quiero, aun si no me quieres. Te quiero cuando brillas, te quiero si oscureces. Te quiero por lo que eres, no por lo que tienes. Te abrazo cuando llores, me alegro al comprenderte. Te quiero al divagar, de la vida, del presente. Te quiero cuando piensas, te quiero cuando sientes. Te quiero porque creo en ti, te quiero más que siempre.

sábado, agosto 09, 2008

Haciendo aseo

Voy a transformar la voz de sus llamadas sin eco
en un recuerdo fácil de olvidar,
mucho más fácil que lo fue
no extrañarte ni un poco.

Cuando piense en afectos compartidos,
su personaje no estará en el guión,
porque cuando se es personaje y no persona,
corres el riesgo de que te borren de la obra.

Si me tropiezo con la sombra de sus ojos claros,
seguiré de largo, sin mirar atrás.
No dejaré que su metro ochenta me endulce el oído
ni que las intenciones que siempre tuvo
se solapen en caricias infantiles.

Es lo que se hace cuando se destapa lo solapado,
y se descubren los rellenos pusilánimes
de sonrisas trocadas en desdén.

No se puede estar tierno y cándido
si se es puro deseo de carne fresca.
El lobo que se viste de oveja
muy pronto los colmillos muestra.

No es que todo esto me impresione
ni que me influya en el ánimo,
pero necesito hacer aseo en el cajón de los amigos,
y creo que fui clara al decir
no quiero hablar más contigo.

Traduje tus saludos al idioma original,
el de la mentira y el descaro.

Éstas son las únicas líneas
que relatan tu historia,
pero ojo: no te mereces ni una sílaba;
mas para que veas que no soy rencorosa,
te regalo tu inicial: J. J de jote.

Date por concluido, por finalizado, que ya este cuento se ha acabado,
no me arrepentiré de aspirar las pelusas esporádicas que dejaste,
porque no fue más que eso: mugre fácil de limpiar.