Una de las cosas buenas de tener un blog es que el autor sólo publica y la audiencia se acerca voluntariamente a leer. Pues bien, el que se sienta interesado en estas palabras, las leerá, aunque le adelanto, estimado lector, que van para mi amor.
Hoy se puso término a una de las etapas más hermosas de mi vida. Fueron cuatro años y cuatro meses de compartir la vida juntos, amor. Lo siento si todavía te llamo así, pero creo que lo seguiré haciendo, al menos por un buen tiempo. El día que lo deje de hacer [dudo de todo corazón que llegue ese día] serás el primero en saberlo.
Sí, debo admitirlo, has sido el hombre más importante de mi vida, el único por el que renunciaría a todo con tal de verlo feliz... aunque eso incluya no estar con él, tal como está sucediendo ahora. Siento que eres el único con el que he sentido amor verdadero.
No puedo dejar de especular sobre los procesos que estás viviendo ahora, sobre qué va a pasar si tu futuro universitario se interrumpe, sobre qué rumbo tomará tu vida en tal caso. Por lo pronto sólo puedo desearte lo mejor y encomendarte a todos los ángeles para que te cuiden y te protejan. Si dependiera de mí correría hasta ti para abrazarte y brindarte palabras de apoyo, nuevas ideas y materiales para construir un nuevo futuro, de seguro mejor, pero eso no es precisamente lo que deseas, y lo voy a respetar.
Con todo esto, este ciclo se selló de una forma que venía anunciándose a sollozos mudos, que yo no supe advertir. Tienes que saber además que aprendí la lección de la forma más dolorosa: sabiéndola reprobada. Es parte de mi proceso cultivar la paciencia y la humildad, porque aunque no lo creas, te estaré esperando de la forma más sencilla, sin pompones ni vanaglorias, sino con el arrepentimiento más grande y sincero que se puede sentir, por no haberme dado cuenta a tiempo de lo tirana que fui al querer controlarte y de lo sorda que fui, al pensar que tus quejas no eran importantes. Te esperaré porque te amo.
No te declares culpable de no haber cumplido mis exigentes espectativas, que no fueron más que quejas egoístas. Me daría mucha más pena todavía saberte subestimado producto de las cosas que no salieron bien. ¿Recuerdas cuando dijimos que mientras yo terminaba la U tú estarías trabajando y juntando dinero? Semestre a semestre los plazos se fueron moviendo, y ahora soy yo quien va a salir. Esto descolocó los planes originales, pero no descolocó ni mi ego, ni mis sueños de un futuro juntos, ni mi amor por ti, porque aunque nunca hubieras sido lo que eres: un profesional, mi corazón siempre hubiese latido con la misma fuerza del primer día que te vi. Yo no me siento más que tú por salir primero, ni mejor, ni más inteligente [de hecho, tras proyectarme junto a ti, todos estos logros carecen de sentimiento y sólo toman un matiz materialista: el hecho de salir al campo laboral no constituye más que el medio de subsistencia económica de mi vida. Si dependiera de mí, seguiría investigando el campo de las bases de datos pero eso no es rentable en este minuto.] El hecho que no termines la universidad nunca me haría mirarte por debajo, porque te amo y siempre he disfrutado mirándote de igual a igual. Ahora ya no espero nada de ti, sin embargo te espero a ti, tal como eres, con tus gravedades y tus agudezas, con tus mañas y tu ternura.
La parte positiva de todo es que todavía podemos contar el uno con el otro, porque si decidiste que no seamos pareja, no quita que sigamos siendo lo que siempre hemos sido: amigos y compañeros. Te agradezco profundamente tu apoyo y tu comprensión. Puedes contar conmigo para lo que sea.
1 comentario:
Así es, Ariela... una etapa cumplida.
Cuando comenzamos esa etapa juntos (de la que también guardo muy buenos recuerdos), lo único que teníamos claro era que en algún momento se terminaría. Tal vez esta no es la forma que tú y que yo imaginamos, pero es así...
No te martirices sintiéndote culpable de ciertas cosas, porque de seguro yo soy culpable de otras también. Las razones expuestas en tu blog son, en esencia, falta de comunicación... así que es una falla que ambos cometimos.
Creo que juntos aprendimos muchas cosas, Ariela. Yo, en lo personal, muchísimas. Pero, como tú lo dijiste muy bien, los sollozos mudos fueron sacando la voz al final... y tenían una voz bastante fuerte, por lo que se puede entender. Y no te preocupes por mi baja autoestima: esa viene de fábrica (de hecho, todavía la están construyendo... una pa los vivos como dice el Ángel).
Y, en efecto, no supimos tal vez funcionar como pareja... pero durante todo este tiempo supimos funcionar como amigos y como compañeros, y me alegra mucho saber que puedo contar contigo como amiga... la mejor amiga que nunca he tenido, y que tal vez nunca tenga.
Ánimo nomás... (si... pa mi tampoco es fácil, pero es necesario), que el 2008 que ya se nos viene venga lleno de éxitos en todos los planos, y que aprendas y crezcas mucho como persona.
Dios te bendiga, ahora y siempre.
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