jueves, junio 05, 2008

Del árbol de mi vida (Poema 1 - 18 de mayo de 2008)



I
Las últimas hojas cayeron en el árbol.
Sólo pendían de las ramas,
aferradas a lo habitual.

Convivir con antiguos sueños, en ese entonces frustrados,
era insostenible.
Ver ahora al árbol desnudo cobraba otro significado,
de muerte
pero también
de una nueva vida.

Pasé mucho tiempo contemplándonos, pero con ojos cerrados,
para que llegaras un día
y me abrieras los párpados
a la fuerza
cuando ya no había nada más que ver
salvo mi soledad y tu desesperanza,
salvo nuestro desamor.

En ese tiempo decidí
mirar
de reojo,
con lágrimas amargas
todo aquello que resultara
esperanzador
e imaginé muchas cosas que
ya no fueron.


II
En mi cuarto, he dejado crecer
brotes de seres verdes.

Borré tus mensajes más queridos,
no sin derramar
las últimas lágrimas del pasado.
(Perdí la cuenta
de las veces
que he dicho esto.)

Las primeras fueron
con ilusión
ciega,
las segundas,
con resignación y melancolía;
pero éstas,
éstas son de olvido y verdad.

Estuve muerta
porque yo me dejé morir
y quería hacerlo.


III
Naturaleza con otros olores
para sepultar ideas añejas,
embalsamar los más hermosos recuerdos
y guardarlos bien,
junto con todos los demás.

Morí para matar
mi antigua angustia en soledad,
y dejar que ésta disfrutara
de estar
sola,
vacía
y liviana,
sin cargar ataúdes egoístas ni rencorosos.

Morí para enterrar
todo aquello que me mató
en suelo fértil
del que están creciendo nuevas yerbas.

Hoy observo al árbol
y de calma me colmo
tal y como él
al saber que sus hojas son caducas
y sus raíces se aferran sólo a lo esencial.

Hoy observo el árbol
y está desnudo,
con la desnudez de la certeza
de estar donde quiere estar
y con la simpleza
de saberse puro.

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